Estrenar casa, ya sea en solitario, con la pareja y la familia, es uno de los momentos más cargados de ilusión por el nuevo proyecto de vida que comienza (quitando la mudanza). Unos vecinos problemáticos pueden convertirse en la mayor pesadilla.
En las visitas previas a la vivienda no aparecen. Agazapados, esperan su momento en mitad de la noche o fin de semana para asaltar al nuevo inquilino y hacer que se plantee que quizá la oportunidad única no lo era tanto. Más allá de vecinos con niños que lloran, canicas que ruedan, madrugadores amantes del taladro o sordos con la música por las nubes, hay una serie de factores externos que pueden hacer de la vida diaria un calvario.
El clásico por excelencia es el aeropuerto. Un cambio en la dirección de las pistas o una nueva terminal y estás muerto. Aviones y aviones que sobrevuelan tu casa a escasos cientos de metros sobre el suelo con sus potentes y ruidosos motores cada pocos minutos. Las ventanas, los cuadros y los nervios de cualquier persona son testigos de los estragos que puede causar estar en su camino.
Las quejas de los habitantes de San Fernando de Henares por el Aeropuerto Adolfo Suárez Barajas son históricas y constantes. En verano, el alcalde de este municipio madrileño, Francisco Javier Corpa, pidió a Aena que cumpliera la legalidad en los sobrevuelos de aviones por el ruido que están generando en la localidad. Este mismo aeródromo también tiene de los nervios a los vecinos de Algete, quienes han sido los más perjudicados por la construcción de la Terminal 4.
No hace falta que sea un gran aeropuerto para amargarte la vida. El aeródromo de Casarrubios del Monte, en el límite territorial entre Madrid y Toledo, los vecinos de El Álamo han creado una plataforma de protesta por las molestias de los vuelos acrobáticos que practican las avionetas. Tal y como denunciaron en Telemadrid, el ruido es “insoportable” y sistemático al tener lugar “de lunes a domingo de ocho o nueve de la mañana a ocho de la tarde” a escasos kilómetros de sus casas.
Fuera de Madrid, los ejemplos también se acumulan. El Aeropuerto de El Prat (Barcelona) tampoco tiene muy contentos a los vecinos de Gavà Mar o Castelldefels. El mismo caso que el Aeropuerto de Reus con los habitantes del barrio de Sant Salvador en Tarragona. La ampliación del aeropuerto de Alvedro trajo de cabeza a los paisanos de O Burgo (Culleredo, La Coruña). A finales de 2018, el Ayuntamiento de Palma llegó a solicitar a AENA el cierre del aeropuerto por la noche para defender el derecho “a la salud, vida privada y los bienes” de los vecinos afectados.
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