2 de junio de 1906
El 31 de mayo de 1906, día de la boda real, cuando la comitiva se dirigía de vuelta de la iglesia de los Jerónimos al Palacio Real de Madrid, Morral esperaba su paso desde el balcón de la pensión en la que se hospedaba, ubicada en el tercer piso del número 88 (actualmente 84) de la calle Mayor. A las 13h 55', cuando la carroza real pasaba bajo él, arrojó la bomba oculta en un ramo de flores. El ramo con la bomba tropezó en su caída con el tendido del tranvía y se desvió hacia la multitud que estaba observando la comitiva. Los reyes salieron ilesos pero murieron 25 personas entre militares y civiles. Más de cien resultaron heridas. Otro artefacto, que no llegó a estallar, se encontró al otro lado de la calle, en Capitanía.
Tras el atentado, Mateo Morral fue a refugiarse, a primera hora de la tarde, en la redacción de El Motín, cuyo director, José Nakens, había realizado unas notables declaraciones tras el asesinato de Cánovas en 1897 (que, aunque conocía al responsable -el anarquista Michele Angiolillo- no sabía nada de sus propósitos, pero que en todo caso no le hubiera delatado). Nakens facilitó a Morral acomodo en la casa de un tipógrafo de su imprenta, donde pasó la noche. Entre los últimos en tener contacto con él estuvo Julio Camba, por entonces un joven periodista anarquista.
Consiguió escapar de Madrid, pero el 2 de junio fue reconocido por varias personas en un ventorrillo cercano a la estación de Torrejón de Ardoz, la Venta de los Jaraices que pertenece a San Fernando de Henares, donde se detuvo para comer, esperando tomar el tren para Barcelona. Estas personas, que sospecharon de él por sus dedos vendados, su acento catalán y la falta de correspondencia entre sus finos modales y la ropa que vestía (un mono de mecánico), avisaron al guarda jurado particular de la finca de Aldovea, Fructuoso Vega, quien, tras requerirle la documentación, le conminó a acompañarle al cuartelillo de Torrejón.
Lo que pasó posteriormente es objeto de debate. Las fuentes de la investigación oficial (sumario 220/1906) sostienen que se entregó pacíficamente, pero cuando era conducido por el guarda al cuartelillo, le mató de un tiro y se suicidó a continuación. En cambio, un estudio forense de las cuatro fotografías tomadas al cadáver indica que el orificio que se aprecia en el pecho es de características incompatibles tanto con un disparo a corta distancia como con la "pistola Browning que, presuntamente, llevaba oculta".
Su cuerpo y el del guarda fueron mostrados en el ayuntamiento del pueblo, hasta que se los llevaron a Madrid a las pocas horas. "... a la vista del féretro, el pueblo en masa que se hallaba estacionado ante el ayuntamiento prorrumpió en mueras al asesino y al anarquismo al mismo tiempo que vitoreaba a los Reyes de España. Fue preciso, ante las manifestaciones de hostilidad de los vecinos, y a fin de impedir que destrozaran el cadáver como se proponían, que seis parejas de la Guardia Civil de Torrejón y San Fernando rodeasen el carro donde iba el féretro".
El guarda fue enterrado en su localidad natal, Loeches; y en su honor, el duque de Tovar, propietario de la finca y palacio de Aldovea, costeó una cruz que se colocó en el kilómetro 4 de la carretera de Torrejón a Arganda, y que se mantuvo allí hasta que fue retirada en la época de la Segunda República.
El guarda fue enterrado en su localidad natal, Loeches; y en su honor, el duque de Tovar, propietario de la finca y palacio de Aldovea, costeó una cruz que se colocó en el kilómetro 4 de la carretera de Torrejón a Arganda, y que se mantuvo allí hasta que fue retirada en la época de la Segunda República.
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