El próximo 8 de mayo en el Teatro Federico García Lorca de San Fernando de Henares
Raúl Galache García
Escritor, profesor de Lengua y Literatura y crítico literario
**********
“Cinco mujeres con el mismo vestido”
Guion original de Alan Ball
Versión y dirección de Celia León
Compañía Miriñaque Teatro
Decía Galdós que la novela es espejo de la vida. Y así es. Del mismo modo, el teatro lo es de la sociedad. Alan Ball, guionista de American Beauty y creador de la serie A dos metros bajo tierra(¡casi nada!), bucea en el fondo de ese espejo: seres corrientes cuyas miserias soterradas asoman como el pie de un cadáver mal enterrado. En Cinco mujeres con un mismo vestido, nos encontramos con las damas de honor de una boda. Las cinco, obligadas a vestir del mismo modo, huyen del festival de nata, rosas e hipocresía que se está celebrando escondiéndose en una habitación. Dos espacios contrapuestos: el interior, un dormitorio en el segundo piso de una lujosa casa, el lugar de la intimidad, y el exterior, el jardín en el que se celebra la boda y que ellas observan desde una ventana.
Ya desde el primer momento, Celia León, directora de escena del espectáculo -ayudada por la prometedora Laura Esteban Araque-, y responsable de la adaptación, nos da las claves del drama. Las cinco actrices se aproximan al escenario alternativamente cantando aquella copla que dice “él vino un barco de nombre extranjero…”, melodía que acompañará determinados momentos de la acción como una manifestación de los anhelos subconscientes o asumidos. Pero es solo el comienzo, decíamos. En seguida, sobre el escenario se suceden las rápidas réplicas de un texto tan ingenioso como ácido, tan divertido como desolador, tan socarrón como desgarrado, tan irreverente como cuidadoso. Son extremos, sí, pero perfectamente dosificados, como el agua de un lago que vela un fondo de mugre. Es un texto tan inteligente como difícil de dirigir, un reto ante el que Celia León se enfrenta con los rasgos característicos de su estilo de dirección: apostar por la eficacia y huir del efectismo. Pone cada elemento del montaje al servicio de la historia que quiere contar y marca los tiempos de la trama de modo que el espectador es guiado hasta un final que llega como la última pieza de un puzle: todo encaja; un final que acaba subrayando la soledad, la incomprensión y el anhelo irremediable. Finalmente, estamos solos y no somos sino un monólogo que nadie escucha y que se confunde con muchos otros ecos. Como la propia directora dice: “una boda, un vestido, cinco mujeres rotas, cinco desconocidas con una misma copla que cantarle a los mares”. A pesar de ello, estas cinco mujeres enternecen y se enternecen, se buscan y se repelen, se desnudan y se visten.
Las cinco actrices muestran un trabajo matizado y entregado. Pasan de la burla a la frustración, de la ironía a la insatisfacción, de la risa al llanto en un bamboleo que trasluce un gran trabajo de dirección. Se palpa el compromiso de la compañía con el texto y todas están a un nivel francamente alto, si bien cabe destacar a Raquel Martín Coronado, pues es quien marca el pulso de la representación, el nervio que recorre el organismo del que todas forman parte. Como decíamos arriba, todo encaja, porque es buen teatro.
Cinco mujeres con un mismo vestido es una obra que hace reír a carcajadas al público (y mucho), como toda buena comedia; y también, como toda buena comedia, hace pensar, y enternecerse, y dudar. Nos sitúa ante un mundo en el que los pasteles de boda llevan mucha nata, porque por dentro están podridos.

0 comentarios:
Publicar un comentario