Muere el padre de Jhonathan, en un accidente de tráfico
Los escasos restos óseos de Jonathan fueron enterrados ayer, casi ocho meses después de su desaparición, junto a su padre, Marcelo Barrull, que falleció el 17 de agosto de 1998, a los 22 años, en un accidente de tráfico en la carretera de Barcelona, cerca de la chabola en la que vivían.
El niño fue enterrado, en el cementerio de La Almudena, en la misma sepultura en la que descansa su padre, Marcelino Vega, muerto hace casi dos años, en un accidente de tráfico. Unas horas antes, la titular del Juzgado número 1 de Coslada levantó el secreto del sumario.
MESES DE ANGUSTIA
Han sido ocho meses de angustia. La imagen de Jonathan, gitano, de tres años, con su amplia sonrisa y sus grandes ojos azules, recorrió toda España. Desapareció el 27 de mayo de un centro comercial de San Fernando de Henares cuando iba con su tía y otros pequeños. Su madre, Rosa Barrull, y su abuela paterna, Inmaculada Isabel, comienzan a recibir llamadas anónimas en las que les advierten que su niño está retenido. No piden dinero pero existen sospechas de un móvil económico puesto que la familia estaba a punto de cobrar, como ocurrió a mediados del mes de junio, una indemnización por la muerte del padre. Los días pasan y el pequeño sigue sin aparecer. La familia empieza a temerse lo peor.
El 21 de noviembre aparecen los restos del niño en un descampado cerca de la chabola del poblado marginal de Las Castellanas donde, desde hace trece años, vive esta familia. Rosa, la madre, reconoce las ropas y las zapatillas de su hijo. El mundo se le viene encima.
Los restos de Jonathan, que desde ese día han sido exhaustivamente examinados por la Policía Científica,fueron enterrados ayer. Al sepelio acudieron poco más de veinte personas, entre payos y gitanos. La madre tuvo varios desvanecimientos. La abuela era la única que iba de negro. «Más bien de oscuro -dijo a ABC-. Hemos dado sepultura a un ángel y, en esos casos, no puede haber luto. Si mi niño hubiera tenido ocho o nueve años, sí habría habido luto».
Junto con la madre y la abuela de Jonathan estuvieron algunos familiares llegados desde distintos puntos de España. Había varios niños, pero ninguno de los dos hermanos de «Jonny». También se encontraban representantes municipales de San Fernando de Henares y el Defensor del Menor, Javier Urra.
«¡QUÉ HEMOS HECHO!»
El entierro estaba previsto para las doce de la mañana de ayer. Una hora más tarde llegaban hasta el cementerio de La Almudena los restos de Jonathan. Una pequeña caja blanca y una corona de flores provocaron un fuerte escalofrío interior a todos los allí presentes. «¡Qué hemos hecho para que Dios nos traiga otra vez aquí!», gemía Inmaculada, la abuela. Tras una breve oración, los cuatro coches y una furgoneta -la que había comprado la familia para recorrer toda España en busca del niño-, se adentraron en el camposanto. Ese era todo el cortejo fúnebre.
En los próximos días, habrá conversaciones para que la familia de Jonathan pueda abandonar la chabola de Las Castellanas y se traslade a un piso, en Torrejón de Ardoz, para poder olvidar tanta tragedia.
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