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Los bancos de alimentos, mermados por la caída de donaciones y voluntarios

Las organizaciones de vecinos alimentan a más de 15.000 familias en la Comunidad de Madrid, 13.000 en la capital. Más de 50.000 personas comen gracias a 76 redes de apoyo que "desempeñan un papel que no les corresponde, un rol que deberían cubrir cuanto antes las administraciones", en palabras de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (Fravm). La pandemia ha evidenciado la generosidad del pueblo madrileño, pero el tejido social de la ciudad acusa cierto desgaste en las donaciones en las últimas semanas.



Una circunstancia que experimentan "casi todas las despensas solidarias" madrileñas y que se suma a la reducción en el número de voluntarios para la recogida y reparto de víveres. La apertura de negocios y oficinas, con la consiguiente vuelta al trabajo, y el inicio de las vacaciones fuera de la región han mermado los efectivos de las asociaciones y su capacidad de ayuda, por lo que reclaman mayor intervención de los Servicios Sociales municipales.

Irene Sampedro, encargada de la Comisión Social de la Asociación Vecinal Manzanares-Casa de Campo, en el distrito de Moncloa-Aravaca, relata que al inicio de la pandemia mantenían una relación fluida con estos y cruzaban datos de las familias a las que daban soporte. Sin embargo, asegura que en el último mes y medio no reciben respuesta a sus peticiones. “Están teniendo empatía cero con nosotros”, se queja.

Pese a esto, continúan enviando el listado con el contacto de los hogares nuevos y repetidores a los que entregan comida cada 15 días. Sampedro denuncia que no se realice un seguimiento a estas personas: “Nos dicen que si quieren algo que los llamen, que ya los conocen”. A su juicio, “el Ayuntamiento quiere cargarse los bancos de alimentos para que no se vea que no llegan a todas las familias”, pero advierte que el de su barrio seguirá activo hasta que no se garantice el bienestar social de todo el vecindario.

Desde el área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social rechazan este punto y trasladan a Madridiario que los Servicios Sociales de Moncloa-Aravaca "están valorando ya todos los casos". Así, manifestan que "en cuanto recopilen toda la información se la harán llegar a la asociación de vecinos".

No obstante, el mapeo de las redes vecinales realizado por la Fravm arroja que solo el 27 por ciento de estas recibe de manera habitual comida procedente de fuentes públicas. El resto de la que reparten se recauda a partir de entregas altruistas de comercios y particulares.

El Consistorio madrileño solicita coordinación


El Ayuntamiento de Madrid, que atendió en mayo la emergencia social de 88.000 personas, ha reiterado en el último mes la petición a las entidades sociales de que les faciliten los datos de las personas a las que dan cobertura alimentaria para trabajar de forma coordinada, una tarea que desde la Fravm entienden que ya realizan. "Aunque insistan una y otra vez en demandar nuestra colaboracón, la realidad es que casi todas las asociaciones están en contacto permanente con los Servicios Sociales de las Juntas de Distrito", explican.

El alcalde, José Luis Martínez-Almeida ha comentado que resulta "imprescindible" organizar un sistema de ayuda "sin duplicidades" para que "no se fragmenten los esfuerzos". Por su parte, la vicealcaldesa de la capital, Begoña Villacís, declaró la semana pasada que el Consistorio "tiene capacidad de atender a todo el mundo que entra por la puerta de los Servicios Sociales". Asimismo, la Alcaldía ha anunciado el refuerzo de la plantilla de trabajadores sociales.

Las asociaciones, asesoras en trámites burocráticos

Las organizaciones vecinales esperan que la incorporación de estos 179 nuevos profesionales alivie el volumen de trabajo al que se han visto sometidas, que no se ha limitado a suministrar alimentos. Como ejemplo, la labor de la citada Asociación de Vecinos Manzanares-Casa de Campo, que en su radio de acción se ha encontrado con personas que no saben leer o sin papeles “que creen que no pueden acceder a las ayudas”.

Por ello, han asesorado a estos en trámites burocráticos como la renovación de permisos de residencia, en la resolución de papeles o en la redacción de currículums para buscar empleo. Desde hace una semana, los voluntarios también cooperan en la tramitación del Ingreso Mínimo Vital. Gestiones que tratan de hacer en coordinación con los propios Servicios Sociales, cuando es posible, y con Cáritas para “no duplicar recursos”.

Además, desde el inicio de la pandemia han desarrollado otras múltiples iniciativas como recogidas de ropa, talleres de ahorro energético para minimizar las facturas en hogares con bajos recursos o compra de medicinas. “Es precioso ver como familias vulnerables se ayudan entre ellas”, comenta Irene Sampedro, en cuya clínica de fisioterapia se ha instalado la ‘base de operaciones’.
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