“El aplauso a los sanitarios está muy bien, pero lo que sirve es el reconocimiento económico y los descansos”
Los profesionales de la salud están lidiando con mucho sacrificio contra el coronavirus, una crisis inesperada y que por momentos nos sobrepasa por su magnitud. Les homenajeamos cada día a las 20.00 con un aplauso simbólico, pero estos trabajadores merecen sobretodo que se reconozca su ingente esfuerzo a nivel laboral. En esta idea incide Carlos Morante, médico de Urgencias y representante sindical de CCOO en el Hospital del Henares, Coslada (Madrid). Charlamos también con él sobre la mella que han hecho los recortes en la sanidad pública y algunos aspectos que es posible mejorar, como el papel otorgado a la Atención Primaria y a sus profesionales, a menudo demasiado olvidados en esta crisis.
– El Hospital del Henares al principio de la epidemia sufrió una falta preocupante de Equipos de Protección Individual (EPI). ¿Ha mejorado la situación?
– La falta de material de protección ha sido evidente al inicio de todo el proceso. Las primeras semanas sí que hubo déficit de mascarillas, EPI, etc. A día de hoy sigue habiendo algo de escasez de cara al fin de semana o puntualmente en determinados servicios del hospital, pero estamos mejor a día de hoy. Es uno de los elementos fundamentales. Si los profesionales sanitarios no están bien protegidos a la hora de atender a los pacientes, evidentemente la probabilidad de que se contagien y de que las plantillas se vean mermadas es mayor.
– La tasa de contagio del personal sanitario llegó a superar el 13%, la mayor cifra a nivel europeo, aunque ahora ha bajado notablemente. ¿Se podría haber evitado?
– Ahora es muy fácil hacer el juicio de valor, pero es verdad que si hubiese habido una previsión distinta o una capacidad de dotar de protección al personal, el número de contagios hubiera sido menor. A nivel hospitalario no nos podemos quejar tanto porque el material ha ido llegando, pero los compañeros de la Atención Primaria están desprotegidos. Tienen una de las tasas de mayores de contagios, incluso es el sector más afectado a nivel de fallecimientos. Son ellos quienes fueron a los domicilios de los pacientes infectados sin ninguna clase de protección. Una enfermera de un centro de salud que acude a un domicilio se encuentra con un paciente en su entorno y, si no tiene medios, es mucho más peligroso. Y a día de hoy es una labor que sigue estando poco reconocida.
"Si debilitas la Atención Primaria, terminas saturando más la atención hospitalaria, como en parte ha pasado"
– Creo que han hecho una política inversa a lo que se debería hacer. Se ha transferido parte del personal de la atención primaria, pero en una epidemia epidemia como esta, mantener la Atención Primaria mucho más fuerte hubiera permitido desahogar la carga asistencial de los hospitales. Se han cerrado centros de salud y el personal se ha transferido, por ejemplo, a IFEMA. Esto ha detraído mucho los recursos de un nivel absolutamente imprescindible. La mayoría de pacientes no están graves para ingresar en el hospital, pero hay que hacerles un seguimiento. Muchos de ellos son inmovilizados, ancianos que necesitan de la atención domiciliario. Si tú debilitas la Atención Primaria, terminas saturando más la atención hospitalaria, como en parte ha pasado.
– La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha reconocido esta semana que se debería haber actuado antes. ¿Cómo evaluaría la gestión autonómica de esta crisis?
– Evidentemente no hay precedentes de algo como lo que estamos viendo ahora. Si tienes un sistema sanitario fuerte, puedes afrontar todo lo que ha venido de forma mucho más efectiva. No es cuestión de que no estuviésemos preparados hace cuatro o cinco meses, sino que esto se remonta al año 2012, cuando se empezaron a recortar los recursos en sanidad. Se cerraron 2.000 camas en los hospitales de Madrid, se perdieron 2.000 puestos a nivel sanitario, porque las jubilaciones no se cubrían y las interinidades se amortizaban. Con esos recursos la respuesta hubiese sido mucho mejor. Una sanidad que estaba raquítica, ante una avalancha de demanda asistencial, ha respondido mucho peor. Y esta crisis sanitaria denota también es una crisis social porque la clase dirigente o los ricos van a las clínicas privadas o a habitaciones separadas en lo público, mientras los pobres van a IFEMA. Pasa igual con las medidas de confinamiento, que han ayudado a bajar las tasas de contagio, pero no suponen lo mismo para alguien que vive en un chalet con jardín que para una persona que vive junto a otras seis en un piso de 60 metros cuadrados. Eso demuestra la diferencia social en las propias medidas que se están tomando.
– Hablando de las clínicas privadas, ¿qué opina del papel de la sanidad privada en esta crisis?
– La sanidad pública se ha debilitado aún más a costa de hipertrofiar, en muchos casos, la sanidad privada. Y me surgieron las dudas cuando se pregonó el haber puesto bajo un mando único todos los recursos privados. Dudo mucho que todas las camas de UVI, todas las camas de hospitalización, todas las pruebas de la sanidad privada, se hayan podido utilizar al 100%.
– Estamos viendo cómo el personal sanitario está realizando grandes sacrificios en esta crisis. Como representante sindical de CCOO, ¿le preocupa que se estén vulnerando sus derechos laborales?
– Temo que, cuando termine la crisis, se dé un recorte de los derechos laborales. Han suprimido los permisos, se han reajustado los horarios alargando las jornadas, en Atención Primaria se les ha puesto a trabajar los sábados, cuando antes no abrían los centros de salud. En Semana Santa se han considerado como días laborables el jueves y el viernes. El personal es insuficiente y los descansos también se han reducido ¿Esto se va a revertir cuando acabe la crisis? Tengo mis dudas de que se recuperen los permisos y descansos perdidos. Se escudan mucho en el tema de la opinión pública, en el tema de los aplausos. El aplauso está muy bien, pero lo que sirve es el reconocimiento del trabajo a nivel de permisos, de descansos y a nivel económico.
– Ha habido polémica con los Médicos Internos Residentes (MIR) de último año, a quienes parece que finalmente se les reconocerá como adjuntos.
– Sí, lo acaban de rectificar. Los médicos residentes de este año que acababan su especialidad en el mes de junio, a partir de este mes ya serían médicos adjuntos, con todos los reconocimientos y capacidades. En vez de adelantarles el reconocimiento del fin de la especialidad y reconocerles como adjuntos, querían prolongarles el periodo de residencia para pagarles menos. Eso lugar de de premiares por su labor, por su esfuerzo, por estar echando horas sin descansar, sin librar.
– Hace un mes que se puso en marcha el confinamiento. ¿Se nota la descongestión? ¿Qué tipo de paciente llega ahora a Urgencias?
"Estamos empezando a ver consecuencias del confinamiento: patologías crónicas que estaban aguardando en su casa vienen ahora muy descompensadas"
– Se nota la disminución de la afluencia porque hace dos semanas las urgencias estaban absolutamente desbordadas. La situación ha mejorado en Urgencias y a nivel de ingresos hospitalarios, pero un servicio tan sensible como la UVI todavía no ha terminado de drenar. Es muy preocupante.
Empieza una fase que me preocupa mucho. Hace dos semanas en Urgencias se veía el pico de patologías respiratorias. La gente ha sido muy disciplinada y se ha quedado en su casa. Ahora estamos empezando a ver consecuencias del confinamiento: patologías crónicas que estaban aguardando en su casa, que están viniendo ahora y están muy descompensadas: infartos, síndrome de privación alcóholica, dolor de abdomen... Llegan al hospital en un estado mucho más evolucionado y potencialmente están más graves. Otra cosa que se está hablando poco del confinamiento, y que también vemos a nivel de los servicios de urgencias, es el problema de la violencia de género. Los recursos que tenían o que pueden tener son distintos. Pueden estar aguantando más a nivel domestico por el miedo a salir.
– ¿El regreso a la actividad parcial que ha aprobado el Gobierno preocupa?
– El riesgo de que haya un repunte existe. El sistema está en un equilibrio muy inestable en cuanto al número de camas de hospitalización y de UVI. Pero también entiendo la vertiente de que la gente tiene que comer. El hospital del Henares está en Coslada, y al llegar al hospital se ve cómo todas las tiendas están cerradas en un pueblo que vive de eso. A nivel de salud pública es una medida necesaria, pero también hay que entender que la gente a nivel económico pueda dejar de tener ingresos y pueda tener dificultades para llegar a final de mes y comer. Son decisiones muy difíciles.
– A modo resumen, ¿qué aspectos deberían fortalecerse en la gestión sanitaria de la epidemia, en esta fase en la que nos encontramos?
– Lo primero sería potenciar la Atención Primaria, la base en la que se sustenta el sistema sanitario. A nivel de atención hospitalaria, se debería mantener el personal. No se sabe cuanto va a durar la crisis o si va a haber un rebrote y se están haciendo contratos de dos meses. La lista de espera aumenta, y para eso se necesita mantener un nivel alto de personal sanitario. El temor es que los contratos no se renueven en dos meses, se deje bajo mínimos el sistema sanitario y volvamos a tener un problema. Se ha concebido la sanidad publica como un gasto y no como una inversión y luego nos preguntamos por qué se ha respondido tan mal a una situación excepcional...
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