El nuevo director de la Compañía Nacional de Danza (CND) ha aterrizado en el Teatro de La Zarzuela desde el escenario del Mariinsky cuando todavía tararea a los Rolling Stones. El pasado martes, Joaquín de Luz (Madrid, 1976) estrenaba allí el solo Porte Rouge, sobre canciones de la mítica banda, obra de la bailarina del American Ballet, Melanie Hamrick, pareja de Mick Jagger. Veinticuatro horas después ha asumido un futuro en el que deberá luchar porque el ballet en España se afiance aún más.
Su nombramiento como director de la Compañía Nacional de Danza, efectivo a partir del 1 de septiembre, asegura que la formación estatal continúe ofreciendo el amplio abanico de coreografías del patrimonio internacional del ballet clásico y neoclásico, la base de cualquier gran compañía. Pero, sobre todo - que es lo que perseguía el Inaem y lo más beneficioso para la danza de nuestro país- se confirma que, en sus manos, no se va a convertir en una compañía de autor: Joaquín de Luz no es coreógrafo.
La directora del Inaem, Amaya de Miguel, lo ha presentado acompañada de José Carlos Martínez, responsable de la CND durante los últimos ocho años. El proyecto de Joaquín de Luz será prácticamente continuador del de Martínez, con el clásico como estandarte, "fomentando el patrimonio español, la identidad de la CND y el impulso a la creación coreográfica", ha detallado De Luz, que apoyará también el eclecticismo de estilos, incluyendo títulos contemporáneos. Eso sí, entre sus primeros objetivos está la reposición de un ballet clásico, sin desvelar su título. "Se me da bien diseñar programas", subraya de Luz.
"Gracias a mis contactos hechos durante mi carrera, quiero que la compañía llegue a más teatros y festivales internacionales", asegura quien sigue siendo estrella del ballet, muy requerido en los escenarios mundiales.
Para De Luz "ser un buen director de una compañía de repertorio, como es la CND, se basa en organizar y reunir el talento artístico de coreógrafos e intérpretes", dice sobre la formación estatal destinada a difundir todos los estilos de la danza académica y a sus más eminentes coreógrafos.
Con un sueldo anual "de 90 mil o 91 mil euros, como el de Martínez", informaba Amaya de Miguel, la Compañía Nacional de Danza sólo tiene asignado "1.800.000 euros para producciones", según la directora del Inaem. Es una cantidad económica muy pequeña para poder poner en escena los grandes ballets clásicos que demandan los espectadores, hecho que se suma a qué la Compañía Nacional de Danza, como el Ballet Nacional de España, no tiene un teatro como sede. El Teatro de La Zarzuela lo era, según sus estatutos iniciales, modificados en 2010 para que no constará oficialmente, y sus actuaciones dependen de la programación del director de La Zarzuela.
José Carlos Martínez ha subrayado que Joaquín de Luz "hereda una compañía diferente a la que yo me encontré", aduciendo a que él tuvo que afrontar el momento de cambio de la era Duato, y ha avanzado tanto que tienen ya cerradas giras por China o Japón, como "un programa de ballets de mujeres coreógrafas". Martínez y De Luz empezarán a trabajar ya en la transición directiva.
Premio Nacional de Danza 2016 por el Ministerio de Cultura español, se espera que, con su dirección, Joaquín de Luz traiga a la CND toda la experiencia que ha acumulado en Estados Unidos. También, que sus contactos con los coreógrafos (o los herederos de los derechos de sus obras) que han basado y basan sus creaciones en la técnica clásica proporcionen a la Compañía Nacional de Danza los títulos esenciales de la historia de la danza, además de transmitir el rigor y la excelencia vividos en Nueva York al lado de artistas como Mikhail Baryshnikov, Peter Martins, Edward Vilella y tantos otros.
A punto de cumplir 43 años el próximo domingo 31 de marzo, De Luz dejó en octubre pasado su puesto de primer bailarín del New York City Ballet, la eminente compañía fundada por George Balanchine y Lincoln Kirstein, en 1948, donde el primero desarrollo su estilo y técnica neoclásica, emblema del siglo XX.
Eso sí, siempre que ha tenido ocasión, ha intentado bailar en España -a pesar de que aquí ofrecer una gala de danza no siempre es fácil- protagonizando como artista invitado, en 2015, el Don Quijote de José Carlos Martínez con la Compañía Nacional de Danza.
Después de 15 años interpretando todos los roles principalesde las coreografías más importantes de la historia de la danza con base académica, desde El lago de los cisnes, El corsario o Don Quijote, hasta creaciones actuales de Alexei Ratmansky, pasando, claro por títulos como Fancy Free y Dances at a Gathering, de Robbins, o los ballets más importantes de Balanchine, como Tema y variaciones, que bailó en su despedida en el Teatro David H. Koch de Lincoln Center.
En la compañía de Víctor Ullate de 1992 a 1995, después de estudiar con él en su escuela, tras ganar la Medalla de Oro del Concurso de Ballet 'Nureyev' de Budapest fue contratado por el Ballet de Pennsylvania (EEUU), en 1996, y, un año después, fichado por el American Ballet Theatre, donde sólo le bastó una temporada para ascender a solista. En 2003 llegó al New York City Ballet, donde ascendió a la máxima categoría, bailarín principal, en 2005, puesto que ha mantenido durante 13 años, hasta su retirada en 2018.
Su pasión por la danza española y todo lo español le ha llevado a formar parte de Una noche con Sergio Bernal, una gala muy especial en Sochi (Rusia), en pasado, donde, dirigido y coreografiado por Ricardo Cue, ha bailado desde su técnica clásica con estilo patrio, con los primeros bailarines del Ballet Nacional de España, Miriam Mendoza y el citado estrella de la compañía, Sergio Bernal.
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