El famoso torero bilbaíno Cástor Jaureguibeitia 'Cocherito' abrió en Madrid un famoso local de cocina vasca al retirarse de los ruedos
Cástor Jaureguibeitia Ybarra nació el 20 de diciembre de 1876 en un lugar que en nada permitía adivinar su futuro éxito como figura del toreo: un caserío de la calle del Cristo, número 21, Bilbao. Por entonces no solamente no había habido ningún torero destacado nacido en Bizkaia, sino que el ambiente familiar de los Jaureguibeitia auguraba más bien un futuro dedicado a la elaboración y venta de txakoli. A ese negocio se habían dedicado, en terrenos de la anteiglesia de Begoña, dos generaciones de la familia: José Jaureguibeitia, padre de Cástor, vendía txakoli, sidra y vino en un caserío llamado Cruz de Hierro, mientras que otros familiares trabajaban en diversas tabernas del Casco Viejo.
Pero quiso el destino que a aquel niño le picara el gusanillo del toreo siendo conductor de coches de punto (de ahí el sobrenombre de 'Cocherito'), primero como espontáneo, luego como novillero y finalmente como torero. Cocherito de Bilbao tomó la alternativa en 1904 y hasta el momento de cortarse la coleta, en 1919, participó con gran éxito en casi 500 corridas celebradas en España, Portugal, Francia, México y Perú. El torero de hierro, como también le llamaron, abrió la puerta a otros futuros matadores vizcaínos (Chiquito de Begoña, Torquito, Ale, Agüero…) y compartió cartel con figuras como Machaquito, Belmonte o Joselito.
Triunfó clamorosamente en Madrid y también en el coso bilbaíno de Vista Alegre, al que acudía casi todos los años en las fiestas de agosto. Era entonces cuando Cástor presumía de bilbainismo, paseando por las calles con su madre Demetria, antigua vendejera del mercado de La Ribera, o yendo con sus amigos a cenar al restaurante El Amparo y a los chacolís de Zollo y Chinostra.
Prueba de la fama de Cocherito es que cuando se casó, en 1913, las fotos de su boda con Casilda Maján (oriunda de San Fernando de Henares, Madrid) salieron en toda la prensa. Una vez retirado de los ruedos se retiró a una finca de ese mismo pueblo madrileño, en donde montó una taberna añorando quizás el oficio tradicional de su familia. A principios de 1927 y ya con cuatro hijos decide trasladarse a Madrid capital para abrir un restaurante en la calle Príncipe, 39. El Achuri, especializado en cocina vasca y bilbaína, se convertiría rápidamente en centro de reunión de los aficionados al toreo y al buen comer.
Gustos frugales
El pobre Cocherito estuvo hasta poco antes de muerte (29 de febrero de 1928) atendiendo personalmente el negocio. Un reportaje sobre el mismo publicado en El Heraldo de Madrid contó cómo era la vida del ex-torero en la hostelería: «Cuando él llega ya están vestidas de blanco las mesas en los largos salones, aún vacíos. Los batallones de cocineros, camareros, doncellas, pinches y recaderos corren de un lado para otro bajo la mirada del lidiador, que va de la cocina a los comedores y de los comedores a la cocina animando a la gente».
El diestro era personalmente muy frugal a la hora de comer pero a sus clientes les ofrecía lo mejor del recetario vizcaíno, «jibiones en su salsa, anguitas en casuela, esparraguitos de Deusto, merlusita de Bermeo, sardinitas de Santurse, purrusalda» y por supuesto, bacalao al pil-pil y a la vizcaína.
Después de la muerte de Cocherito su viuda e hijos siguieron adelante con el negocio, anunciándose repetidamente como el sitio «donde mejor se come de Madrid». Su cocina bilbaína sedujo durante la Segunda República a clientes de la talla de Indalecio Prieto (amigo personal del difunto Cocherito), Largo Caballero o Companys.
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