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Los conquistadores de Madrid: cotorras argentinas y mapaches


Estos animales afectan a la tranquilidad de los residentes capitalinos, ya que los mapaches muerden y las cotorras son muy ruidosas y sus nidos resultan una carga, que algunos árboles no pueden soportar, por lo que sus ramas se parten; también son peligrosos para la salud, puesto que ambas espacies son transmisoras de enfermedades. 

  Los mapaches 

Los mapaches provienen América del norte, donde se han acostumbrado a vivir en entornos urbanos, al perder gran parte de sus hábitats naturales por la urbanización. Se alimentan de todo cuanto puedan conseguir, especialmente de los desperdicios que encuentren en la basura. Se los importó como mascotas en los años 70 y se tiene constancia que hasta 2011 aun llegaban mapaches al país. Además de recurrir a los desperdicios, son capaces de robar comida de diferentes formas, ya que son animales muy ingeniosos.   

Estos mamíferos son muy simpáticos, especialmente de pequeños, pero de adultos resultan muy agresivos y son capaces de contagiar la rabia, el moquillo (una enfermedad que afecta a los perros de pocos meses) y cierta clase de gusanos peligrosos para los niños. Se ha determinado la existencia de dos colonias, una en el río Manzanares y otra en Guadalajara, en el río Henares, pero se ha comprobado mediante pruebas genéticas, que ambas han tenido contacto, a pesar de estar a más de 70 km una de la otra.  

 Las cotorras argentinas

 Las cotorras argentinas son originarias de Sudamérica, especialmente de Paraguay, Argentina y Uruguay (en varios de estos lugares están consideradas plagas nacionales). Viven en nidos comunitarios de grandes dimensiones y transmiten una enfermedad respiratoria llamada psitacosis.




Llegaron a España en la década de los ochenta, consideradas como animales de compañía muy inteligentes, capaces de aprender sonidos con gran facilidad, por lo que su tenencia proliferó, a la vez que especímenes que se escaparon o fueron soltados, se asentaban en la ciudad y se adaptaban a la vida urbana. 

Como viven unos 10 años, cada pareja de cotorras puede procrear hasta 50 crías durante su vida adulta. Además de expulsar a las especies de aves locales y competir por el alimento, la principal objeción es el ruido, de hecho, el apacible Parque del Buen Retiro, es ahora un guirigay gracias a estas aves.   

Medidas tomadas 

Respecto a los mapaches, se está tratando de controlar a las colonias cazando a los animales con jaulas, una cuestión muy difícil dada su gran astucia. 

En esta tarea colaboran tanto el Ayuntamiento de Madrid, como varias asociaciones. Preocupa el hecho de que, por más que sea ilegal se siguen anunciando ventas de mapaches como mascotas, en diversos medios.



 Con las cotorras argentinas se está tratando de recoger los huevos, para impedir que sigan reproduciéndose sin parar, pero la mayor dificultad es que, una vez que se tocan los nidos en un sitio, las colonias son capaces de trasladarse y formar una nueva comunidad.  

 Por otra parte, en el Ayuntamiento de Madrid existe una gran preocupación por la disminución de las aves autóctonas, como gorriones, vencejos y golondrinas, por lo que se están tomando medidas para revertir la situación: se disminuyó drásticamente la fumigación con insecticida y herbicidas en las zonas verdes y se están colocando nidos en sitios estratégicos. 

El combate a las cotorras argentinas, también influye en este plan de recuperación, puesto que, si bien no afectan directamente a las demás especies citadas, los espacios y los recursos son compartidos por todas las aves.

Fuente: Naturaleza
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