ENTREVISTA: Lorenzo Martinez Cumplido "El Bolita" en su 90 aniversario (15 de abril de 2018) nos presenta un libro autobiográfico y vivió los tres años de la guerra civil en San Fernando de Henares. SAN FERNANDO DE HENARES NEWS ha tenido la oportunidad de conocer su testimonio.
Lorenzo Martínez Cumplido
90 aniversario
15 de abril de 2018
Esta es mi vida
“El bolita”
Nací el 15 de abril de 1928, en San Fernando de Henares (Madrid).
Mis padres, Rafael Martínez Tarín y Emilia Cumplido de López,
naturales del mismo pueblo. Mis hermanos, Lucía y Rafael nacieron también en San Fernando de Henares. Victoria (la pequeña), nació en Pueblo Nuevo, barrio de Madrid al lado de la plaza de toros de Las Ventas. Mi madre cuando tenía que dar a luz se iba al pueblo, para que le ayudase su madre los primeros días, así lo hizo y allí nacimos los tres primeros. Yo me casé con otra vecina del barrio, Pilar Lavado de Blas tenemos cinco hijos: Estrella, Lorenzo, Pilar, Yolanda y Olivia, además de 7 nietos, 4 varones y 3 mujeres...
El barrio en el que nos hemos criado, Pueblo Nuevo, se llamaba de “Los Ahumados”, la razón del nombre un alfar propiedad de mis padrinos, Doroteo y Maximina, que cuando encendían el horno para cocer los cacharros de barro, expulsaba durante una semana el humo por todo el barrio. Yo les apreciaba mucho, el día de mi cumpleaños, bajaba con una botella de anís y unas pastas para invitarles y al mismo tiempo recibía algunas monedas. Lo estuve haciendo hasta muy mayor, la Sra. Maxi, todos los años me regalaba una hucha, pero no fui capaz de llenarla, había mucha pobreza y hambre.
Así fue mi infancia hasta que empezó la guerra, comencé a ir al colegio socialista de la calle Vallejo con 4 años. Ibamos todos los chicos del barrio, el maestro se llamaba Don José y lo poco que pudimos estar, nos sirvió para acostumbrarnos a ir a clase, pero todo los fastidió “el innombrable de Franco”: teníamos la mejor edad para estudiar y nos gustaba ir al colegio; la sublevación fascista nos robó ese gusto y la oportunidad de aprender. Los veranos íbamos a San Fernando a pasarlo con la abuela Candelas, que estaba manca por un accidente en casa del torero, “Cocherito de Bilbao”.
En el verano del año 1936, estábamos tan tranquilos jugando por el pueblo, cuando vimos un camión lleno de gente con escopetas y gritando que había empezado la guerra. Nos quedaríamos allí hasta que esta terminó en el año 1939.
Mi padre, que era encargado de obras, fue destinado a construir el ferrocarril estratégico de Levante, que venía desde Valencia hasta Perales de Tajuña, pasando por Orusco, Carabaña y Tielmes, hasta la carretera de Valencia.
Allí estuvo los tres años. Nosotros cinco y mi abuelo José, nos quedamos en una casita de dos pisos y un corral que él tenía en la Cañada Real.
De momento no podíamos estudiar, yo tenía entonces 8 años, en los últimos años, cuando se normalizó todo un poco y abrieron la Escuela y íbamos a clase por las mañanas.
En el verano teníamos muchas vacaciones y las dedicábamos a hacer
“dreas” con los chicos de Aravaca, que estaban asilados en el convento, nos
llevábamos muy mal y siempre estábamos peleando.
En San Fernando se hicieron refugios en el Olivar y en la iglesia, que solo tenía una salida, y si caía una bomba no podíamos salir. Allí pasábamos muchas noches con una vela, cuando estábamos más tranquilos, por la chimenea se oía a las PAVAS, los aviones, que venían a bombardear el aeropuerto de Barajas, no podíamos salir. Tuvimos mucha suerte.
El panadero, el Sr. Mauricio, no dejó ningún día de fabricar el pan y era el más valiente: salía del refugio a por las raciones que nos pertenecían a cada familia. Mi abuelo, no quería salir de casa y cuando volvíamos, le encontrábamos escondido bajo la escalera, decía que, como tenía 82 años le daba lo mismo vivir o morir... La vida en el pueblo era arriesgada y dura durante esa época, quedaron las personas mayores, las mujeres y los niños;
asumiendo distintas funciones: Uno hacía de alcalde y otros trabajaban en la
huerta, se hizo una mancomunidad al estilo de Rusia.
Como no había monedas, tenía que colaborar todo el pueblo como no había trabajo, todas las personas que estaban en edad de poder ayudar, tenían la obligación de colaborar...
San Fernando, tiene unas vegas con muy buenas tierras y aguas del río Jarama, los tres años que duró la guerra fueron magníficos en producción, sobre todo de tomates, pepinos y hortalizas, tuvimos unas cosechas y abastecían al mercado de la plaza de la Cebada de Madrid.
Para la recolección de los productos se hizo una lista de todas las mujeres que tenían turnos de colaborar, mi madre tenía la lista e iban a mi casa para saber el día que les tocaba y a qué huerta ir.
En la huerta, las mujeres más veteranas hacían de cocineras en el lugar que ese día estaban recolectando, allí acudíamos todos los hijos con un plato de aluminio y una cuchara, hacían unas lentejas estofadas que ya quisieran muchos restaurantes.
Estas fincas tenían dueños: Los Carmena, el día que empezó la guerra se marcharon y lo dejaron para el pueblo por miedo a que les pasara como a otros, que fueron fusilados por sus ideas. Al terminar la Guerra y recuperar sus fincas, agradecieron a todos los que habían sembrado en sus tierras porque las encontraron mejor que cuando ellos las trabajaban.
Los chavales a lo nuestro; todo el día el día en el río, no sabíamos nadar pero los milicianos nos tiraban en la presa y teníamos que salir como los gatos, así pasábamos los veranos, no había nadie que nos controlara.
En la mitad de la guerra estuvieron acuarteladas las Brigadas Internacionales que vinieron a ayudar a la República, rusos, polacos... como no salían del local, por las ventanas nos llamaban a los chavales para que les llevásemos agua del Santo.
A cambio nos daban cigarrillos, botes de mermelada, comíamos mucho rancho y no dejábamos el plato y la cuchara en todo el día, así fuimos pasando la guerra: llegamos a criar un cerdo, con las sobras de los tomates y
hortalizas, el día de la matanza lo pasamos de maravilla.
Continuaba la Guerra, y no había leña para calentarse, así que empezó la destrucción de la fábrica de tejidos, vinieron los de Aravaca con picos y hachas para sacar las vigas de los forjados y luego todo el mundo tirando por la vía del medio, se destruyó rápidamente. En la actualidad alberga el Ayuntamiento aprovechando lo poco que quedó de la fachada.
Cuando terminó la Guerra, lo primero que hicieron los nacionales fue meter en prisión a todos los que estaban en la zona roja, o los llevaban a los cementerios a darles “el paseo sin juicio”, allí todas las mañanas fusilaban un autocar entero.
Desde dónde teníamos la vivienda oíamos las ráfagas y después los tiros de gracia uno a uno.
Cuando íbamos a buscar carbón al vertedero, en las tapias del cementerio del Este, veíamos una hilera de muertos allí abandonados, hasta que se los llevaban, luego dicen de los nazis . ; estos hijos de puta eran y son peores...
A mi padre le metieron en la cárcel de General Porlier, porque estuvo en la zona roja construyendo el ferrocarril estratégico desde Valencia. En Valdaracete paso los tres años de la guerra en casa de la señora Ana que hacía la comida para los tres encargados.
Esta señora tenía dos hijas, Margarita y Ana, habían matado al marido y a un hijo cura, otro se escapó y estuvo escondido en una portería en Madrid.
Allí, mi padre seguía cazando y de esta manera nunca faltaba comida, ellos tres se portaban estupendamente con esta familia, gastaban bromas para que pudiesen llevarlo un poco mejor... Gracias a este comportamiento, intercedieron por mi padre al final de la guerra para que le sacaran de la cárcel. Fuimos amigos de ellos toda nuestra juventud después.
Ya en Pueblo Nuevo, mi padre tuvo que vender la casa de la Cañada, Real que era de su padre, por siete mil pesetas a una vecina que había estado de criada con Franco.
Se dio de alta para poder ejercer la Albañilería y tener
obreros, y se hizo Maestro Albañil, dirigía los trabajos del Banco General de Administración de la calle Cedaceros, 6 de Madrid, dicho banco administraba muchísimas fincas, sobre todo por los barrios del centro de Madrid. Cuando terminó la guerra la mayoría de las fincas habían quedado en la ruina y se necesitaba mucha mano de obra para ir reparando lo que había destruido el dictador. A mí no me gustaba la albañilería, pero mira por donde mi padre ganaba dinero y se compró un solar en Canillejas. Ya íbamos siendo mayorcitos y con el carro, la mula y un poco de comida, íbamos a Vallecas a la fábrica de yeso, eso nos llevaba todo el día.
Teníamos que ir a trabajar los domingos y fiestas, era tan aficionado a la albañilería que no nos dejaba tranquilos. Intentando escapar de su dominio, estuve un año trabajando en la farmacia de Doña Juanita con Ramón y Federico y todos los días mi padre dando la lata que si ganaba poco... total
que tuve que claudicar y no me quedo más remedio que meter las manos en la masa, aunque yo no quería ser albañil ..
Hicimos en García Noblejas, el Alfar al Sr. Doroteo, allí empecé a gastar material colocando ladrillos, se me daba muy bien y me dije: ¡Espabila! que la albañilería es una ganga, hacía chapuzas a los vecinos y me iba enterando. Mi padre me mandaba los trabajos más difíciles, hasta que tuve que ir a la mili a servir al dictador. En el cuartel de Conde Duque, en la caballería, arreglaba los pesebres de los caballos, y evitaba hacer cuadras.
Ya éramos novios Pilar y yo, y cuando tenía servicio o guardia, ella y mi madre venían a traerme la merienda. Estuvimos seis años de novios, Pilar trabajaba de sastra en la calle Fernán González, le daban de alta y al otro día le daban de baja, eran amigos de su padre, recorrió varios talleres y todos hacían lo mismo, total que su vida laboral no aparece por ningún lado y no ha podido tener una pensión, después de trabajar veinte años.
Así era el régimen franquista, no había inspectores y hacían lo que les daba la gana. Nos casamos el 27 de noviembre de 1954 en la iglesia de Ciudad Lineal de Madrid. En poco tiempo, en la empresa de mi padre ya era Oficial de Primera de albañilería y me fui a trabajar con una empresa que estaba haciendo bloques de viviendas en San Blas.
Acabado esto, me mandaron a Asturias de capataz para realizar el túnel de Lugo de Llanera a Villabona, después me encargaron dos viviendas para los guardias de ferrocarril para Renfe, la empresa me dio un premio de veinte mil pesetas de aquella época. Me trasladaron a León, como número uno y durante seis meses me dediqué a construir todas las viviendas para la Administración e Ingenieros y las instalaciones dónde se haría el hormigón para el Embalse del río Porma.
A causa del perjudicial polvo tuve que dejarlo y me mandaron a construir cunetas. Después de hacer trabajos de mucho peligro, decidí cambiar, pedí la cuenta y me volví a Madrid.
Durante quince años, trabajé de Maestro Albañil autónomo y seguí haciendo mi profesión, ahora ya estoy jubilado y me dedico a escribir, dibujar y pintar que es lo que más me gusta y así paso los días que me quedan al lado de mi querida Pilar.
Lorenzo Martínez Cumplido
De vuestra familia con mucho amor...
“Padres,
cada día que pasa, me doy más cuenta de lo importante que sois para mí. Sois mi
espejo, mi refugio mi fortaleza, de vuestro amor proviene toda mi fuerza, qué
más se puede pedir... os adoro”
Olivia
“Mi pequeño gran
profesor de autoescuela, me enseñaste que lo difícil es fácil y con tu arte
torero, dibujaste para mí la tenacidad y el amor por lo que deseas”
Gracias
Padre
“Pilar, a tu lado siempre me sentido en casa, por tu risa, por tu
amor, por tu eterna juventud, gracias ..”
Juan
“Os quiero, porque me
habéis dado seguridad y confianza para elegir mi camino y además gracias a
vosotros, tengo los mejores hermanos que podría tener”
Pilar
“Pilar, te quiero porque
has sido y eres como mi segunda madre Gracias”
“Lorenzo,
te quiero porque has sido y eres amigo, padre, maestro. Gracias”
Gonzalo
“Abuelo, te quiero por
el apoyo y la confianza que siempre has tenido en nosotros, por enseñarnos que
lo importante de la vida son las cosas sencillas y compartirlas con las
personas que quieres”.
“Abuela, te quiero por
ser amor y bondad toda tú, porque nos has demostrado lo que es querer de verdad
y siempre has estado dispuesta a todo sin poner pegas”
Olivia
“Porque mantenéis vivo
el sueño de los pájaros y el corazón del aire y eso es mucho”.
Ernesto
“Papá, te quiero por
haberme enseñado valentía y confianza en mí misma, haberme prestado siempre
apoyo y enseñado a no rendirme frente a la dificultad”.
“Mamá,
te quiero por la escucha, tu inteligencia, la comprensión, la ternura y el amor
sin límites que me has dado cada día de mi vida”.
Estrella
“Feliz y agradecido de
haber disfrutado y seguir haciéndolo de vuestra bonita compañía, por muchos
años más. Con cariño”.
Miguel
“Hola abuelitos, os
quiero tanto porque sois muy entretenidos y muy divertidos, ojalá estuvierais
siempre conmigo, jugando, bailando y divirtiéndome con vosotros.
Que os lo
paséis bien siempre y no dejéis de soñar.
Con
mucho cariño”.
Gael
“Siempre habéis estado
ahí, con vuestro apoyo y cariño, os quiero”.
Lorenzo
“Abuelo,
estás podrío!!!
Gracias
por enseñarme a odiar a Esperanza Aguirre”
“Gracias
Abu por haberme enseñado a cocinar y convertirme en cocinera experimental, por
ti y por tus bocadillos de patatas con ajo”.
Alicia


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