La reconstrucción del caso tras el análisis forense apunta a que la joven pudo sentarse al borde de un precipicio para fumar un cigarro o para ver el paisaje. Por causas que se ignoran se desequilibró hacia el terraplén. El cadáver presenta heridas en la zona del glúteo que hacen sospechar que se pudo escurrir y que trató de sujetarse con las manos para no precipitarse por ese terreno tan escarpado. Junto al cuerpo sin vida se halló un paquete de tabaco y en la misma zona su teléfono móvil.
Sin embargo, no pudo detener la caída y finalmente su cuerpo fue rodando por esa pendiente inclinada durante más de 80 metros hasta detenerse entre unos matorrales. Como consecuencia de los golpes sufridos y la rotura de las costillas sufrió un neumotórax en el pulmón que acabó con su vida, según la investigación, que descarta la tesis del suicidio.
Los agentes que encontraron el cadáver de Mayte Cantarero y luego los médicos que certificaron su defunción observaron que el cadáver tenía golpes y magulladuras propios de una caída desde unos de los riscos de esa zona y aparentemente no presentaba ninguna puñalada, disparo o golpe intencionado.
Por el estado del cuerpo, expuesto a las altas temperaturas de los últimos días, podría haber fallecido pocas horas después de la desaparición. Mayte abandonó su casa sobre las 17.00 horas para dar un paseo. Se llevó el móvil, unos auriculares y el tabaco, según su hermana, que indicó que no tenía motivos para marcharse a ningún lado y que siempre avisaba a sus familiares directos donde iba a salir. A la una de la madrugada del lunes su teléfono móvil se apagó horas después de pararse su corazón.
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