Real Decreto Incorporación a la Corona de Torrejón de la Ribera
De este modo en 1746 se publica un Real Decreto el 29 de junio según el cual la Corona y Real Patrimonio compra el lugar de Torrejón de la Ribera, por aquel tiempo ya casi despoblado, para establecer una Fábrica de paños superfinos.
Por Real Decreto de 29 de Junio de 1746 se incorpora a la Corona y al Real Patrimonio el lugar de Torrejón de la Ribera con el propósito de establecer en él una fábrica de paños superfinos de cuenta de la Real Hacienda.
El lugar fue elegido por sus condiciones óptimas para el fin que se pretendía: abundante agua, leña en los sotos, tierra fértil, ubicación cercana a Madrid y a Guadalajara, de cuya fábrica dependería la de San Fernando, buenas comunicaciones a través del Camino Real a Aragón, ...Además era una zona muy frecuentada por personajes ilustres de la Corte para disfrutar de jornadas de caza.
Por todo ello, se hicieron cuantiosas inversiones y se planificó todo un pueblo, en torno a un edificio fabril. Era una concepción moderna, abierta, sin cercas ni muros, con posibilidades de expansión y que pretendía ser autosuficiente: la fachada principal de la Casa-fábrica cerraba una plaza cuadrada de grandes dimensiones formada por las casas para los operarios y servicios de abastecimiento: lonja, carnicería, botica; la calle de Oriente unía esta plaza con la Redonda, donde estaba prevista la ubicación del Ayuntamiento, la iglesia, otras manzanas de viviendas y una fábrica que más tarde se convirtió en la Casa Administración. Toda la perspectiva del conjunto se orienta hacia la fachada de la Real Fábrica y en concreto, a la "parte noble" de ésta, destinada ala habitación del rey o del gobernador, acorde con la filosofía del despotismo ilustrado imperante en ese momento.
Junto a las construcciones, se preocuparon también de poner en explotación terrenos que nunca habían sido cultivados y se plantaron olivos, vides, árboles frutales y otros para la producción de madera, verduras, hortalizas y cultivos de secano.
Así, se aseguraba que la materia prima nunca faltase y para conseguir la mejor y más especializada mano de obra se trajeron maestros extranjeros, los cuales, con sus familias, fueron los primeros habitantes del "Pueblo Nuevo".
El lugar fue elegido por sus condiciones óptimas para el fin que se pretendía: abundante agua, leña en los sotos, tierra fértil, ubicación cercana a Madrid y a Guadalajara, de cuya fábrica dependería la de San Fernando, buenas comunicaciones a través del Camino Real a Aragón, ...Además era una zona muy frecuentada por personajes ilustres de la Corte para disfrutar de jornadas de caza.
Por todo ello, se hicieron cuantiosas inversiones y se planificó todo un pueblo, en torno a un edificio fabril. Era una concepción moderna, abierta, sin cercas ni muros, con posibilidades de expansión y que pretendía ser autosuficiente: la fachada principal de la Casa-fábrica cerraba una plaza cuadrada de grandes dimensiones formada por las casas para los operarios y servicios de abastecimiento: lonja, carnicería, botica; la calle de Oriente unía esta plaza con la Redonda, donde estaba prevista la ubicación del Ayuntamiento, la iglesia, otras manzanas de viviendas y una fábrica que más tarde se convirtió en la Casa Administración. Toda la perspectiva del conjunto se orienta hacia la fachada de la Real Fábrica y en concreto, a la "parte noble" de ésta, destinada ala habitación del rey o del gobernador, acorde con la filosofía del despotismo ilustrado imperante en ese momento.
Junto a las construcciones, se preocuparon también de poner en explotación terrenos que nunca habían sido cultivados y se plantaron olivos, vides, árboles frutales y otros para la producción de madera, verduras, hortalizas y cultivos de secano.
Así, se aseguraba que la materia prima nunca faltase y para conseguir la mejor y más especializada mano de obra se trajeron maestros extranjeros, los cuales, con sus familias, fueron los primeros habitantes del "Pueblo Nuevo".
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