"La estanqueidad puede provocar alteraciones importantes de la calidad química y microbiológica del agua, con la aparición de riesgos potencialmente importantes para la salud pública que pueden incluir la presencia de patógenos como la 'legionella pneumophila'. La reapertura adecuada de los edificios que han permanecido cerrados en los últimos dos meses va a ser muy importante para minimizar estos riesgos", ha dicho durante el encuentro virtual 'Higiene del agua, climatización y saneamiento en tiempos del COVID-19: problemas sobre problemas', organizado por la Sociedad Española de Sanidad Ambiental (SESA) y patrocinado por Pall Medical.
Y es que, tal y como ha comentado, se sabe que los pacientes con COVID-19 presentan con relativa frecuencia coinfecciones que están, a su vez, muy relacionadas con incrementos de mortalidad. "En las coinfecciones de origen hídrico, causadas por microorganismos oportunistas como 'legionella', 'pseudomonas' o micobacterias no tuberculosas, el objetivo es asegurar que la calidad de agua que le pueda llegar al paciente sea óptima, microbiológicamente hablando", ha añadido el experto.
Los hospitales están más acostumbrados a tener barreras de control reforzadas y adecuadas para esta prevención como, por ejemplo, cloración, filtración en punto final de uso en grifos y duchas. Sin embargo, pero para los hoteles y para las residencias podría tratarse de una situación "totalmente nueva".
Por ello, durante el encuentro se ha destacado la necesidad, para prevenir las coinfecciones en pacientes con COVID-19 en hospitales, hoteles medicalizados y otros centros sociosanitarios, como residencias geriátricas, de contar con un plan preventivo implantado que contemple, "como mínimo" criterios de distanciamiento físico, buenas prácticas higiénicas y planes de limpieza y desinfección reforzados, acompañados de plan formativo para el personal, uno de comunicación a los usuarios y un plan de gestión de incidencias.
Lo mismo se deberá implantaría en industrias, polideportivos, centros de ocio, gimnasios y equipamientos diversos dado que, además pueden contar con torres de refrigeración, sistemas de filtración y descalcificadores, que van a requerir de un plan de reapertura.
"Las condiciones ambientales que se dan en el verano, en concreto de temperaturas más altas, humedad relativa más baja, radiación solar y, sobre todo, la radiación UV más alta, pueden ser elementos amortiguadores de la capacidad de supervivencia del virus e, incluso, de su inactivación. Ese conjunto de variables, actúan como auténticos viricidas, por lo que quizá se pueda disfrutar, tanto de la playa como de las piscinas, eso sí definiendo las distancias sociales, estableciendo aforos compatibles o aplicarse en las manos geles hidroalcohólicos, así como cualquier otra pauta que puedan establecer las autoridades de salud pública", ha zanjado el experto de SESA y Profesor de Salud Pública de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, José Mª Ordoñez.
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