El Ministerio aún no ha decidido si la Comunidad se mantendrá durante una semana en el primer escalón de la desescalada, como pide Isabel Díaz Ayuso, o si tendrá que seguir ahí 15 días
Madrid quiso avanzar en la desescalada el 7 de mayo sin cumplir los requisitos. Volvió a intentarlo una semana después, pero seguía sin alcanzar las exigencias para el avance. Siete días más tarde, el Gobierno ya se dispone a aceptar el paso a la fase 1 el próximo lunes. Todavía no se ha decidido si estará en esa fase solo una semana, como pide la presidenta Isabel Díaz Ayuso, o tendrá que mantenerse ahí dos semanas completas, según fuentes gubernamentales. Todo dependerá de la evolución de las cifras.
La Comunidad, una de las más azotadas por la pandemia, es aún uno de los territorios que más casos reporta a diario y la que acumula más fallecimientos. Este jueves registra 67.049 positivos, mantiene 1.464 pacientes hospitalizados y 277 en UCI; 19 personas han fallecido en los hospitales en las últimas 24 horas y ya son 8.931 los muertos desde el comienzo de la crisis.
Esos datos, junto a otros criterios como la capacidad limitada de hacer las suficientes pruebas PCR como para mantener la vigilancia del virus o el poco desarrollo de su plan de detección precoz y seguimiento de los casos, fueron los motivos de que hasta en dos ocasiones el Ministerio denegara la desescalada.
Durante dos semanas, la presidenta de la Comunidad Isabel Díaz Ayuso y el consejero de Sanidad Enrique Ruiz Escudero han repetido que el Gobierno no tenía “criterios técnicos” para mantener a Madrid en fase 0. El día de la primera petición de avance, el 7 de mayo, dimitió Yolanda Fuentes, la directora general de Salud Pública, por no querer avalar la decisión de hacer esa solicitud en la que insistía el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. En aquel momento, la Comunidad ni siquiera contaba con un protocolo de detección y seguimiento de casos para primaria.
Ese plan para los centros de salud llegó tres días después, el 11 de mayo. Para cuando hubo una segunda petición, el Gobierno consideró que no estaba lo suficientemente rodado. La batalla política, y unilateral por parte del Ejecutivo regional, ha llegado en los últimos dos días ante el Supremo y a registrar este mismo jueves un recurso contencioso administrativo que promoviese su acceso a fase 1 de forma cautelar.
Frente al discurso de la Comunidad, se ha encontrado el de los profesionales de la sanidad madrileña, los sindicatos y las organizaciones de sanitarios, incluido el Colegio de Médicos de Madrid, que han venido denunciando las últimas dos semanas la poca preparación que tenía tanto primaria como Salud Pública para hacer frente al riesgo de un posible rebrote si se producía el cambio de fase.
El refuerzo de esas dos áreas, los dos puntales de la detección precoz y el seguimiento y trazado de los casos, no se ha producido, según el relato de decenas de profesionales del Sermas y de Salud Pública. Los residentes de cuarto, tercer y segundo año de Medicina Preventiva no se han incorporado aún y la plantilla de Salud Pública no ha aumentado.
En un documento escrito este jueves por profesionales de ese área de la Comunidad aseguran que no han tenido ni un trabajador más: “No podemos más que volver a asombrarnos ante la afirmación de que se ha venido consolidando un refuerzo de los servicios de Salud Pública en los últimos meses con equipos multidisciplinares. Nada más lejos de la realidad. Nuestros compañeros y compañeras acumulan el cansancio de miles de horas extras no reconocidas, ni tampoco remuneradas o recuperadas a sus espaldas”.
En primaria, apenas “un puñado de contratos” salpicados por algunos centros; las urgencias de noche y fines de semana siguen cerradas y todavía no se han reabierto todos los consultorios y centros que se cerraron para derivar profesionales al hospital de campaña de Ifema, un centro de emergencias en el recinto ferial que se montó en pocos días cuando comenzó lo peor de la pandemia, en la segunda quincena de marzo.
Madrid, del 25 de febrero al 2 de abril sufrió un tsunami provocado por el virus que arrasó la organización de los hospitales y de sus plantillas. Quienes trabajan en estos centros fueron capaces en pocos días de mover por completo su estructura para hacer frente a la crisis. El 31 de marzo las camas de agudos llegaron a tener 15.227 pacientes hospitalizados. Dos días después, el 2 de abril, se llegó al pico en las unidades de críticos, las que han soportado la cara más cruda de la covid-19, con 1.528 pacientes intubados.
Las camas de las plantas y las plazas de UCI se multiplicaron y se expandieron hasta donde pudieron: hubo hospitales que llegaron a sextuplicar su capacidad inicial de críticos. Ahora, todavía, médicos y enfermeras recuerdan que el virus sigue allí, que no se ha recuperado la actividad previa a la pandemia y que aún están replanificando para poder hacerlo.
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