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El bombardeo invisible

Después de 15 años de mucha lucha y pocos resultados, los vecinos de Madrid y Barcelona siguen en pie de guerra contra el ruido de los aviones
M. A. vendió su casa en las afueras de Madrid porque "ya no podía soportar más" el ruido de las aeronaves que despegan y aterrizan en el aeropuerto de Barajas. Para olvidarse de los aviones, hace años que emigró a "tierras más tranquilas y sin tráfico aéreo". Desde Cáceres, desconectada "tanto a nivel personal como profesional" de la lucha contra la contaminación acústica a la que dedicó casi una década, la mujer ruega no participar en un reportaje sobre vecinos anónimos que sufren niveles de ruido superiores a los recomendados. Le traería a la mente, se excusa, recuerdos que prefiere olvidar.
Reuniones con políticos, manifestaciones, estudios técnicos, análisis de ruido, visitas a abogados, querellas contra el gestor aeroportuario AENA... El desgaste pasa factura a vecinos que plantan cara al ruido de los aviones que sobrevuelan sus viviendas. Son muchos los activistas madrileños que, transcurrida una década de lucha, se consideran ya exactivistas. Si bien no todos han huido de Madrid como M. A., sí han abandonado la batalla contra el estruendo constante de los aparatos. "Tras 13 años luchando y no ver ningún resultado, se le quitan a uno las ganas de continuar", expone Pedro López, responsable de la Asociación Contra el Ruido y el Riesgo de los Aviones de Tres Cantos (A3CA), una localidad donde en una misma jornada se han llegado a contabilizar más de 300 aviones, casi la mitad de los despegues diarios de Madrid. "Son demasiados. Es desquiciante. Oír un avión cada cinco horas no supondría molestias, pero uno por minuto es insoportable. El ruido no es ensordecedor, pero el paso es constante. Es un goteo continuo y un hartazgo", critica el hombre.
Denuncian los vecinos que las aeronaves provocan molestias a partir de 55 decibelios. Prácticamente todos los aviones superan el ruido legal permitido, lamentan. El problema es la intensidad y la frecuencia del estruendo. Tres Cantos es una de las principales localidades afectadas por el ruido de Barajas. Pero no la única: San Fernando de Henares, Torrejón de Ardoz, Coslada, Mejorada del Campo, Velilla de San Antonio, Rivas-Vaciamadrid, San Sebastián de los Reyes y Algete también sufren la contaminación acústica.
Residentes de la urbanización Santo Domingo, en Algete, están decididos a reducir el tráfico aéreo tras sufrir molestias derivadas del aumento del tráfico que supuso la ampliación de una de las pistas del aeródromo madrileño. Reclaman que los aviones dejen de sobrevolar sus azoteas y amenazan con volver a llevar a declarar ante el juez a la figura del presidente de AENA por delitos contra el medio ambiente.

AGOTAMIENTO

Activistas como Pedro López, tras 14 años de ruidos y frustración en su vecindario de Tres Cantos, lamentan "el abandono" en el que los políticos han sumido a los vecinos que luchan contra el ruido del principal aeropuerto español. "Saben que el impacto medioambiental en el territorio es ilegal, pero solo prestan su apoyo de palaba y cuando están en campaña electoral. A los políticos les van más los intereses económicos", critica. "Y los jueces reciben presiones por la influencia de AENA, que es enorme", completa López, que ha llevado el conflicto a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, al Ayuntamiento y a la Comunidad de Madrid, a los Ministerios de Fomento y de Medio Ambiente, al Parlamento europeo e incluso a La Zarzuela mediante una carta dirigida a la Reina. Sin éxito.
El hombre se siente agotado. La denuncia de su asociación contra AENA, preparada durante cinco años, fue desestimada de inmediato. "Es como darse de cabeza contra una pared", lamenta López en un momento en el que las aeronaves son mejores que antaño, pero el ruido persiste. El origen del conflicto se sitúa en 2005, cuando una asociación vecinal pidió y logró una modificación en el uso de las pistas de Barajas. El objetivo era minimizar las molestias de contaminación acústica en una parte del territorio, pero la consecuencia es que la aumentó en otra. "AENA aceptó el cambio porque le beneficiaba. Y el actual sistema de funcionamiento perjudica a muchos más vecinos que antes", incide el activista, decidido a continuar defendiendo que en el aeródromo madrileño "no hubo estudio de impacto medioambiental" de las rutas de las aviones.
La ampliación de Barajas fue "un error motivado por una decisión política", lamentan los afectados por el incremento del tráfico aéreo, vecinos convencidos de que el camino a seguir lo marcan infraestructuras como las de Londres o París, capitales con más de un aeropuerto. Los vecinos de la urbanización Santo Domingo demandaron en 2008 a AENA por delitos contra el medio ambiente y de desobediencia. Sentaron en el banquillo a los máximos dirigentes del gestor aeroportuario. Y ganaron. Pero los aviones no han dejado de sobrevolar sus viviendas.
"Nos siguen machacando", explica con un tono entre la resignación y la imperturbabilidad uno de los activistas madrileños históricos en la lucha contra el ruido de los aviones, Carlos Vega, 66 años de edad, vecino de San Fernando de Henares y recién jubilado. "Nada ha mejorado desde la década de los 80. Cuando peleamos contra la ampliación de Barajas hace 30 años, ya se advirtió de lo que iba a pasar", recuerda el hombre, que admite estar "frustrado", pero más cerca de poner una querella o de salir a la calle que de tirar la toalla.
No está solo. El líder vecinal cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de San Fernando de Henares, decidido a retomar el contacto con AENA y la batalla por el descanso y la tranquilidad de los 40.000 habitantes del municipio. "Exigiremos que se cumpla la legalidad", asegura el alcalde, Javier Corpa, dispuesto a llevar la batalla contra el ruido a otros 30 municipios madrileños afectados por los ruidos generados por las aeronaves a su paso por el territorio. Los damnificados se multiplican. "AENA está usando habitualmente una configuración que solo debería usar en situaciones excepcionales. Lo hace injustificadamente", protesta el mandatario. "Basta salir un rato a la calle para sufrir esta situación insoportable".

40 AÑOS

En torno a un avión sobrevuela cada minuto el municipio. Carlos Vega, de la Asociación Parque Henares, es uno de los integrantes de la nueva Plataforma contra el Ruido nacida en San Fernando de Henares. "Llevamos 40 años en este combate. Tras el abandono total en el que los políticos nos dejaron los últimos años, el conflicto se está tomando ahora en serio", indica el activista, que señala a AENA por haber incumplido "todos los acuerdos alcanzados", como la restricción de vuelos nocturnos. Se había abandonado la vigilancia del aeropuerto madrileño, pero los vecinos vuelven a la carga: toman fotos de los aviones; conocen al dedillo el funcionamiento de una página web que informa de la trayectoria de los vuelos, y van a movilizarse "de sur a norte" en el entorno del aeropuerto este otoño. Proclaman que los vuelos de madrugada demuestran que AENA "solo piensa en hacer caja", porque "solo le importa el tráfico aéreo, muy por encima de las graves molestias a los vecinos". Y piden al gestor aeroportuario que construya un segundo aeropuerto en Madrid: "Otro gallo nos cantara si lo contemplase. Ya podría estar hoy en funcionamiento si nos hubiera hecho caso", apunta Vega, que recuerda cuál es "la mentira más grande" oída en cuatro décadas de lucha contra el ruido: "Es la que dice que los aeropuertos estaban antes que los vecindarios. Se trata de un planteamiento falso".
Muchos miembros se han desencantado de la lucha. Presenciar la inactividad de aeropuertos sin vuelos, como el de Ciudad Real, frente a la "necesidad de construir un segundo aeródromo" en Madrid, los decepcionó. Pero la plataforma contraria a la ampliación de Barajas, con entidades vecinales asociadas, ha renacido en San Fernando de Henares con un espíritu parecido al de sus compañeros de Barcelona.
En una urbanización de Castelldefels, a 12 kilómetros del aeropuerto de El Prat, una casa particular de dos plantas alberga algo parecido a la sede de la plataforma Prou Soroll, habituada desde hace 14 años a financiar estudios técnicos, llevar a cabo marchas lentas de vehículos hasta las terminales y sentar en el banquillo de los acusados a los máximos responsables de AENA. En una amplia sala insonorizada, el presidente de la entidad, Josep Velasco, de 70 años, nos recibe para avisar a las autoridades de que los vecinos no están dispuestos a tirar la toalla frente a la intención de Fomento de ampliar las instalaciones y aumentar los aterrizajes y los despegues. "No se puede tolerar que se frivolice con la salud de la gente. No tienen por qué pagar los vecinos los efectos de la mala planificación del aeropuerto".

RECONFIGURACIÓN

AENA planea que la construcción de la nueva terminal satélite de El Prat sea una realidad en 2026. Ello implicará que la capacidad del aeropuerto pase de los actuales 55 millones de pasajeros anuales a 70 millones. Los miembros de las entidades Plataforma Prou Soroll, Preservem Castelldefels, Asociación de Vecinos de Gavà Mar y Asociación de Personas Afectadas por la Contaminación Acústica de la Navegación Aérea manifiestan conjuntamente su oposición a "toda forma de crecimiento" del aeropuerto.
Cada dos minutos un avión sobrevuela núcleos habitados de Castelldefels y Gavà. Velasco sostiene que la solución de El Prat está "en el decrecimiento y no en el crecimiento". El eventual cambio del uso de pistas, ligado a la puesta en marcha del edificio satélite, supondrá que "aterrizarán y despegarán dos aviones a la vez, y no se podrá vivir bajo ese ruido".
El presidente de Prou Soroll (Basta de Ruido) recuerda que el Ayuntamiento de Barcelona "no está de acuerdo con la ampliación del aeropuerto porque, en un momento en que el 82% de los turistas llegan en avión, no hay capacidad para otros 20 millones más en la ciudad". Desde la ciudad vecina, la Asociación de Vecinos de Gavà Mar califica como "unilateral" la decisión de AENA de ampliar la capacidad de El Prat. La presidenta de la entidad, Carmen Torres, exige que el crecimiento del volumen de negocio del aeródromo sea "respetuoso" con la calidad de vida de los vecinos que lo rodean.
El número de pasajeros de El Prat crece mes a mes. El aeropuerto transporta más de 50 millones de viajeros anuales, récord que volverá a pulverizar en 2019. La Cambra de Comerç de Barcelona desearía una cifra superior, motivo por el que insta a AENA a cambiar el sistema de configuración de pistas y a alargar la tercera pista para que el techo del aeropuerto alcance los 90 millones de usuarios en los próximos años. El precio no es menor: alterar el descanso de los vecinos del entorno.
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