Sabido es que para ir a La Alcarria desde Madrid hay que pasar por San Fernando de Henares, pero es curioso que en 1948 cuando Camilo José Cela publicó su "Viaje a la Alcarria" (su obra más universal) hablase de San Fernando del Jarama, nombre que se cambió por el de San Fernando de Henares justo el año en el que nació el Premio Nobel (1916).
Y nos llama la atención, algo que ya conocíamos que en el río Jarama se podía pescar y venían los vecinos de Madrid a practicar el tranquilo deporte.
También nos descubre que en nuestra tierra pastaban los toros de lidia, y pone de manifiesto esa tradición y afición a los toros que existía y existe en nuestro municipio.
Recordamos el texto:
"En San Fernando de Jarama se apean los pescadores. Se cuelgan la caña al hombro, como si fuera un fusil, y tiran, uno detrás de otro, por un sendero que les acerca hasta el río. Al otro lado del río pastan unos toros de lidia, negros, solitarios, silenciosos, gordos, relucientes, llenos de majestad.
El día está diáfano y el campo luce como una postal, con su trigo verde, sus flores rojas y amarillas y azules. En Torrejón de Ardoz hay un factor de estación que usa gafas para el sol; es un hombre moderno. El viajero se da cuenta de que Ardoz, estación y sol, son asonantes. Entonces piensa un ratito y dice, entre dientes
Está el vagón de tercera
enfrente del W. C.
En un letrero se lee
esto: Torrejón de Ardoz;
y por el andén pasea,
con sus gafas para el sol
y su gorra de visera,
el factor de la estación.
El viajero se ríe por lo bajo. Se suben al tren unos obreros que parecen indios pieles rojas. Tienen la cara llena de surcos, hondos como navajazos, y el pelo negro, pegado a la frente. Se sube también un hombre gordo, con aire de feriante, que va fumando un puro. Son las siete y media de la mañana. El viajero hace un sitio a su lado al hombre del puro.
—Agradecido.
—No hay de qué. El hombre se quita el sombrero y se pasa el pañuelo por la cabeza.
—Va a hacer calor.
—Sí.
—¡Como no tengamos tronera! El hombre resopla mientras se acomoda. Se saca el puro de la boca y lo mira. Tiene los dientes de color tierra y grandes como los de los burros.
—Y lo que yo digo, ¡como no acabe viniendo la piedra!
—¡Ya, ya! El hombre saca el librillo de papel de fumar, aparta dos o tres papeles y se los pega al puro con saliva.
—Así, con camiseta, queda mejor.
—Claro.
—Es que si no, no tira, ¿sabe usted? Estos puritos suelen salir un poco duros. Al viajero le vienen doliendo los pies desde que salió de Madrid. Las botas nuevas es lo que tienen, que a veces hacen daño y crían ampollitas.
Revuelve en el morral y saca otro par de botas, un par de botas de lona con suela de cáñamo.
—Parece que lleva malos los pies.
—Sí, algo.
—Es natural: las botas nuevas.
—Claro; ya lo dice el refrán. El hombre del puro mira para el viajero. Parece que va a preguntar: ¿Qué refrán? Pero al final no dice nada.
Con un maletín en la mano va por el pasillo otro hombre fumando otro puro. Éste tiene aire de practicante; es un chico fino que lleva una camisa a rayas, salmón y blancas.
Por Alcalá de Henares pasa el tren a las tapias del cementerio. Sobre el río flota, como siempre, una tenue neblina. En Alcalá de Henares se apea mucha gente, queda el tren casi vacío: los pescadores que no se echaron abajo en San Fernando, los soldados de caballería, los hombres de la negra visera; las gruesas, tremendas, bigotudas mujeres de las cestas".
Aprovechamos para relatar una anécdota de tan ilustre escritor:
Ocurrió en el Senado un 19 de junio de 1977 (recordar que Camilo José Cela fue senador por designación real entre 1977 y 1979).
En el curso de la sesión el Presidente de la Cámara, Antonio Fontán se había dirigido varias veces al escritor a quien había sorprendido descabezando un sueño. Ante sus llamadas de atención, Cela acaba por despertarse.
El Presidente de la Cámara le afea su conducta en tono serio y autoritario:
-¿El senador Cela estaba dormido?
- No - responde el escritor- no estaba dormido sino durmiendo.
¿Acaso no es lo mismo? le replica el Presidente Fontán.
Y el Nobel le da una lección de gramática española
No señor Presidente, como tampoco lo es estar jodido, que jodiendo.
Hoy muchos sanfernandinos están jodidos.
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